El poemario es la metáfora del vitral que se rompe y sus cristales se hacen recordatorios del silencio, del dolor, de la ternura, del amor y del eros. De estos cristales, al silencio lo cubrimos con manto de miedo, al dolor le aplicamos paliativos o placebos; a la ternura, la solapamos con paño tenue, pero que no se rompe nunca. El amor sinuoso, el eros subyugante de su esencia sublime para convertirse en despojo de lascivia. Cristales rotos, desprendidos a golpes, sin el poder y fuerza que les sostenían dentro del vitral.